Love will remember / 17 / 07 / 2014
Part I
Un título cursi para un momento del mismo tinte. De
nuevo la constante como/no-como me invade, como si el vacío pudiese llenarse
con un acto tan pueril y al mismo tiempo rechazarse su condición. No es que
existamos porque necesitemos amor, existimos y con este nace la sensibilidad
que prepondera el amor por sobre todas las cosas. No obstante, cuando el vacío
es todo lo que queda, incluso una banalidad se vuelve significativa. Puede que
sazonar algo que debió construirse en algo menos factual y más vivido hubiese
podido sacarme el ensimismamiento; no obstante, son riesgos que nadie podría
afrontar.
Comer se ha transformado en un ritual en el que una
parte de mí es complementada, llena, con sentido. No comer, la ausencia de todo
ello: el vacío infinito, los desvelos a puerta cerrada, las tantas veces
murmurada pesadez. Entonces, cuando siento que vuelvo a existir, empiezo a
querer darle un balance. Ya nada me satisface: adquiero y regreso, consumo y
rechazo, como y vomito. Cualquier inestabilidad no existe más que por la
conciencia de estar vivo; de estar vivo y odiarlo. Con cada lapso de tiempo, de
un rojo intenso listo para fundirse en
las estrellas: todo intento sigue siendo absurdo.
Probablemente solo yo me entienda en este momento, y
está bien, es un reporte clínico antes que un acto comunicativo porque la
medicina aún no ha sido inventada. A falta de cura, solo queda el didactismo.
Ridícula la forma de odiarnos y amarnos, como si con eso arregláramos algo.
¿Seres vivos somos o parecemos? Se come cuando se
busca llenar un vacío y al mismo tiempo se busca reafirmar la existencia:
vomitamos cuando somos conscientes de que poco o nada vale. No digo que la
etiqueta de patología posea una justificación victimaria, digo que es más que
solo querer reconocimiento externo ligado a un infantilismo inusual. De característica: caduco, que dicho sea de
paso, es propio de las familias que pueden pagar alguien que arregle vínculos
que nunca se han edificado.
No digo que somos vacíos por completo, digo que como
seres humanos una parte del amor se nos negó, y en su ausencia, se reemplazó
por palabras pueriles que nada hicieron más que borrarnos del lugar. Porque
quizá esa ausencia nos hacía estar demasiado presentes en sus mentes, porque
quizá siempre existe el deseo de terminar lo que alguien ya empezó: hacer sentir
al moribundo que su lugar no es la tierra, que está robando oxígeno y que de
nada vale su lamento más que como motivo de usar el trajecito negro olvidado al
fondo del armario.
A cada uno le tocó algo que debió reclamar al nacer.
Supongo que eso no estuvo en nuestro contrato de existencia, sino que, cual
neonato nos apegamos al papel. Ahora comer sigue siendo esa única vía de probar
que aún existe vida. Comer y regresarlo, que la realidad es diferente, que en
el fondo no existimos para nadie. ¿Cómo te voy explicar que todo lo que siento
es vacío?, piensa este cuerpo que habla. Probablemente no lo entiendes, nunca
lo harás.
Estar loco es carecer de la lógica que manejas. No
existe otro modo de justificar aquello que nunca te has dignado a repensar más
allá de un momento crítico. Tampoco crees en posibles momentos de sueños
inconclusos. A tu modo de verlo, siempre será una etapa. Y estaría bien si tan
solo pudieras ir por el mundo diciéndotelo en tu fuero interno, pero es pedir
demasiado, supongo.
Esa parte que tiene que olvidar aún sigue dormida.
Existe la anestesia, siempre lo hará, ¿y eso sirve? ¿Acaso eso ha arreglado
algo? El dolor es uno solo, ese se lleva en el alma. Aún los sueños ya no son
nuestros. ¿Qué sabes, entonces, que te permita diagnosticarlo?
No conoces lo que es despertar a media madrugada a
preguntarte por cosas que para ti nunca han significado nada y que te gustaría
tenerlas. No sabes que bajo esa tolerancia en el rostro que debo manejar,
existen más pasiones de las que alguna vez he sido capaz de expresar. Qué
puedes concebir como normal si todo lo que haces es atenerte a lo que otros
digan. Qué sabes del vacío que también habla con quienes nos sentimos sus
hijos. Qué sabes de las miles de heridas que has construido, qué sabes de
aquellas que sigues construyendo.
Anorexia y Bulimia son vivir con uno mismo y con el
conocimiento de estar limitado a ello. No es querer verse como alguien de
acuerdo al molde estético impuesto, no es sentirse menos que todos o ser una
persona débil. Es tener el derecho a estar cansado, a sentirte vulnerable y a
expresarlo, así sea mediante brotes. Vomitar y no hacerlo son parte de la
desesperanza de conocer esos límites; es buscar existir y saber que no es
posible, que está vedado. Que el amor que se supone corresponde a todos, nunca
ha existido. Es ser conscientes de que un amor superficial no va más allá de esta
piel en la que habitamos; que necesitábamos más y el mundo nunca nos dio ni lo
opuesto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario